Aunque el nombre es un poco exagerado -las transmisiones no son totalmente pasivas- sí que aprovechan las transmisiones que realizan otros dispositivos a su alrededor para emitir información a tasas que llegan a los 11 Mbps. El resultado: un estándar especialmente eficiente: consume 10.000 veces menos energía que los componentes WiFi convencionales, lo que habilitaría el uso de estas conexiones inalámbricas por ejemplo- en un nuevo segmento de dispositivos a los que se les podría dotar de las ventajas de estas transmisiones como seguridad y cifrado, características indispensables para poder llegar a tener algún día el Internet de las Cosas.
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